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8 de marzo de 2025 - Pan y Rosas

8 de marzo de 2025 - Pan y Rosas

Cada año, el 8 de marzo – Día Internacional de la Mujer –, cuando las mujeres somos invitadas a hablar sobre la fecha, solemos colocar en el centro de las discusiones las banderas de batalla que hemos izado todos los días.

Sin embargo, previo a este debate, muchas veces alentado por la lógica liberal, es importante y necesario que hagamos referencia al contexto histórico en el que surgen las luchas de las mujeres en la época contemporánea y que derivó en la creación del Día Internacional de la Mujer. ¿Quién? ¿Cuando? ¿Dónde? ¿Por qué? Al olvidar la historia, perdemos el significado original de la lucha y nos volvemos vulnerables a las trampas liberales que distorsionan, fragmentan y superficializan ideológicamente nuestras luchas.

El 8 de marzo es una producción histórica de la lucha de las mujeres trabajadoras socialistas, comunistas y anarquistas. Es una fecha revolucionaria donde se hace explícita la división social de clases y en ésta, la explotación aún más dura que sufren las mujeres en el sistema capitalista.

Fue la síntesis de una serie de acontecimientos iniciados a principios del siglo XX, de los cuales destaco tres acontecimientos:

El II Congreso Internacional de Mujeres Socialistas de 1910 en Copenhague en el que Clara Zetkin, periodista y política marxista alemana, Alexandra Kollontai, líder revolucionaria rusa y teórica del feminismo marxista y otras camaradas propusieron la creación de un Día Internacional de la Mujer, sin estipular, sin embargo, una fecha concreta.

La huelga iniciada por aproximadamente 90.000 trabajadoras de las industrias de Petrogrado, entonces capital rusa, el 8 de marzo de 2017 (23 de febrero según el calendario juliano, adoptado por Rusia hasta entonces), en la que protestaron contra el zar Nicolás II, las malas condiciones laborales, el hambre y la participación del país en la Primera Guerra Mundial. Este evento de mujeres llamado “Pan y Rosas” precipitó nada más y nada menos que la Revolución en el mismo año.

Y en la Conferencia de Mujeres Comunistas, en 1921 en la III Internacional Comunista, Alexandra Kollontai propuso y aprobó la celebración del Día Internacional de la Mujer Comunista a partir de 1922, celebrado siempre el 8 de marzo en honor a las mujeres trabajadoras de Petrogrado.

Toda esta historia, a través de un proceso de invisibilización y falsificación, fue “olvidada” en favor de un mito creado en torno a una huelga de mujeres en Nueva York en 1857, en la que 129 trabajadoras fueron quemadas vivas.

Recién en los años 1970 la ONU decretó el Decenio de la Mujer (1975-1985) y en 1977 la UNESCO ratificó la fecha del 8 de marzo como Día de la Mujer, pero repitiendo la versión mítica de las 129 mujeres quemadas vivas, desconectadas de las luchas reales de las mujeres socialistas, comunistas y anarquistas en Europa, Rusia y los propios Estados Unidos de América.

En la versión de la ONU se vacía todo espíritu revolucionario, de cambios verdaderamente estructurales para todos. La centralidad de la lucha por una sociedad sin clases, sin explotación, sin acumulación, distributivamente justa, material y simbólicamente, está fragmentada en infinitas agendas, todas importantes, pero contaminadas por la lógica capitalista liberal. En otras palabras, la ONU propone mejorar la situación de las mujeres sin intervenir en las relaciones materiales de producción y reproducción del sistema capitalista, en el que las mujeres históricamente siempre han sido las más explotadas. Es decir, un trabajo paliativo que atiende las heridas, sin atender la enfermedad.

Si bien el capitalismo y sus trampas insisten en transformar la fecha en una oportunidad específica para homenajes y felicitaciones y en impulsar el comercio con regalos y otros “mimos” que normalmente se ofrecen en los más diversos espacios, especialmente aquellos con gran circulación de mujeres, los movimientos feministas críticos se movilizan para difundir el significado real de la lucha de esta fecha, promoviendo una lectura de clase de la situación de las mujeres y su evolución en el campo de la violencia, el acceso a la educación y la salud gratuitas y de calidad, la seguridad pública, el respeto a la pluralidad religiosa, étnico-raciales, la garantía de los derechos reproductivos y sexuales y la autonomía sobre nuestros cuerpos, el derecho a la tierra, la vivienda y la soberanía alimentaria, el trabajo digno, más mujeres en los espacios políticos y de decisión y, también, que cuiden nuestras vidas y las de las hijas e hijos de las mujeres más pobres que son vulneradas por el Estado, por el capital, por el patriarcado, por el racismo y por todos los legados coloniales.

Si aquí en Brasil llevaremos nuestras voces a las calles contra las guerras (verdaderos genocidios en el mundo, en el campo y en la periferia), contra el racismo, contra la violencia, por la legalización del aborto, por la democracia, por la justicia climática, sin amnistía para los golpistas, contra las privatizaciones, contra la escala 6x1, por la tributación de las grandes fortunas, en nuestra América Latina y el Caribe la trayectoria de las luchas no es tan diferente, con excepción de algunos temas específicos.

Las mujeres latinoamericanas y caribeñas estamos conectadas, especialmente de manera más contundente ahora, contra el avance de la extrema derecha y sus impactos negativos en nuestras vidas, nuestros cuerpos y la soberanía de nuestros pueblos. Recordemos a los revolucionarios, marxistas, trabajadores e intelectuales, socialistas, comunistas y anarquistas que nos dejaron el camino que hoy seguimos.

¡Luchemos, camaradas! ¡No más silenciamientos! Demostremos que sí, que seguimos aquí, con el puño en alto, con palabras de (des)orden. El otro lado nos quiere derrotados, cansados, tristes; ¡Seremos firmes, atentos, fuertes y sonrientes! ¡Cantemos! La revolución se hace con indignación y también con alegría. Esperemos, porque así nos nutrimos para las luchas que están por venir. Inspirémonos y seamos inspiración. ¡No paramos, porque nuestra ascendencia no se atrevió a parar! ¡Abracémonos! El cariño es sanador en medio de tantas injusticias. Y como decía Paulina Chiziane, escritora mozambiqueña, “bailar la derrota de mi oponente, bailar en mi fiesta de cumpleaños, bailar sobre el coraje del enemigo, bailar en el funeral de un ser querido, bailar alrededor de la hoguera en vísperas de la gran pelea... bailar es rezar, yo también quiero bailar. La vida es un gran baile”. ¡¡¡Bailemos también!!!

Por Christiane Ribeiro Gonçalves, uma piauiense há alguns morando no Ceará, filha de dona Teresinha, psicóloga, mãe do João Arthur, feminista, coordenadora da @fabricadeimagens.ong e do @pontaopatriagrande, militante da @pastoralaidsregionalne1, do Psol e das Católicas Pelo Direito de Decidir (@ascatólicas).

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