
En el día internacional en memoria de las víctimas de la esclavitud y del tráfico transatlántico, convocamos a todos los Puntos y Pontones de Cultura de Latinoamérica para reflexionar sobre un capítulo sombrío de nuestra historia que no puede ser olvidado. Es vital que honremos la memoria de las vidas truncadas, de las culturas diezmadas y de las familias separadas por la brutalidad de la esclavitud. Este no solo es un tributo a quienes sufrieron, sino también un llamado a la resistencia antirracista, anticapitalista/antifascista y anticolonialista.
La esclavitud no fue un mero incidente histórico; fue un pilar fundamental sobre el cual se construyó la moderna economía capitalista. El capitalismo, en su esencia, se alimentó de la explotación inhumana, convirtiendo a los seres humanos en mercancías y tratando la vida como una mera extensión de la producción de riqueza. El tráfico transatlántico de esclavos y la lógica colonial, con sus atrocidades, no solo generaron enormes ganancias para los colonizadores y la élite económica europea, sino que son piezas clave para la perpetuación de un ciclo de opresión, basada en la noción moderna de raza, que aún es hegemónico en nuestras sociedades latinoamericanas contemporáneas.
La violencia del colonialismo es un legado que persiste, arraigado en las estructuras sociales y económicas que siguen marginando a las comunidades afrodescendientes. El racismo sistémico, como un producto e una manifestación del capitalismo colonial, no se limita a actos de discriminación individual, sino que se manifiesta en las políticas públicas, en la educación, en la salud y en el mercado laboral. Esta estructura opresora se alimenta del silencio y de la invisibilidad de las voces de las víctimas y sus experiencias, construyendo un escenario de lucro y opulencia para unos pocos y de pobreza, miseria, sufrimiento, encarcelamiento y muerte para la abrumadora mayoría de los latinoamericanos, los llamados racializados.
En los territorios que fueron colonias, la resistencia nunca ha cesado. Palmares, Haití, Malês, Canudos, los movimientos quilombolas y las revueltas contemporáneas contra la violencia policial y la marginalización del pueblo negro son pruebas de que la lucha sigue viva. El racismo, como herramienta de dominación de clase, sigue sirviendo al capital, determinando quién será explotado de manera más brutal, quién tendrá acceso a derechos, y quién será desechable en los engranajes del mercado.
La resistencia y afirmación de los descendientes de esclavizados se configura como una lucha continua por el reconocimiento, la reparación y la igualdad, pero, sobre todo, también necesita dirigirse hacia el sistema que se alimentaba y se alimenta de cuerpos negros y empobrecidos, el capitalismo. Es también una lucha por supervivencia, es por mantener vivos los hábitos cultivados incluso en medio de toda una historia de violencia y dolor. Es para no permitir que se olvide una historia hecha por figuras históricas y anónimas que pelearon por el fin de la esclavitud, por los derechos humanos en las Américas, pero sobre todo, por un sentido de bien común incompatible con la estructura y el funcionamiento de la modernidad colonial-capitalista.
Desde las calles hasta los palacios, entre los terreiros y subiendo las colinas, las voces que claman por justicia no pueden ser silenciadas. Se requiere una acción colectiva que reconozca las intersecciones de clase, raza y género, y que promueva una reconstrucción de la historia que respete y afirme la historia de los oprimidos.
En este sentido, vale la pena señalar que si bien este aniversario es una propuesta de la ONU y que reconoce a través de su secretario general, António Guterres, que muchos colonizadores, corporaciones e instituciones acumularon “riquezas inimaginables” a través de los crímenes de la esclavitud y la trata, no señala que superar el racismo sólo es posible superando el sistema que lo creó en la modernidad, reproduciendo una narrativa conveniente para la estructura del capital.
El Pontón de Cultura Pátria Grande no podía dejar de señalar que esta fecha, el 25 de marzo, también nos recuerda la abolición de los esclavos en el estado de Ceará, donde tiene su sede nuestro Pontón. Ceará fuela primera provincia de Brasil en abolir la esclavitud, el 25 de marzo de 1884. De esta manera dejamos constancia de nuestra reverencia por Chico da Matilde, Preta Simoa, Luceta Pereira, José Napoleão, Negra Esperança y muchos otros que lucharon contra la esclavitud en nuestro estado.
La lucha no termina en la memoria, sino que se transforma en acción. Que podamos transformar el dolor del pasado en motivación para construir un futuro donde la dignidad humana y la igualdad racial, de clase y de género sean, finalmente, una realidad. Nos unimos en resistencia, en memoria y en compromiso con una revolución por una sociedad sin explotación humana.
Sugerencia: La historia que la historia no cuenta - Samba enredo de Mangueira.
Gabriele Marchioro - Agente Cultura Viva do Pontão de Cultura Pátria Grande
Marcos Antonio Monte Rocha - Coordenador do Pontão de Cultura Pátria Grande
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