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Tupác Amaru II y la revuelta indígena contra el colonialismo español

Tupác Amaru II y la revuelta indígena contra el colonialismo español

Tupác Amaru II nació con el nombre de bautismo José Gabriel Condorcanqui Noguera, el 19 de marzo de 1738 en Surimana (Cuzco), antigua región colonial del Virreinato del Perú dominado por España, actualmente República del Perú, y fue un líder indígena revolucionario que inspiró las luchas anticoloniales por la emancipación en toda la América española.

Descendiente de una prominente familia indígena, fue educado por sacerdotes jesuitas, bautizado en la Iglesia Católica y asumió el título de Kuraka, liderazgo Inca, heredado de su padre. Sin embargo, en el período colonial, la función del Kuraka estuvo vinculada a la recaudación de impuestos del pueblo y al mantenimiento del orden en las ciudades bajo su autoridad, Tungasuca, Surimana y Pampamarca. Se trataba, por tanto, de un liderazgo indígena legítimo y con privilegios, pero que muchas veces favorecía la dominación española.

Antes de convertirse en líder revolucionario, estudió en la Universidad de San Marcos, en la capital del Perú, Lima, donde recibió una educación permeada por las ideas de la Ilustración, lo que contribuyó a que organizara una insurrección indígena en el Perú contra la metrópoli española, contando además con el apoyo de parte de la élite de criollos (descendientes de españoles nacidos en América) y de los mestizos de ese país.

Como Kuraka, exigió a las autoridades coloniales la liberación de los indígenas del trabajo obligatorio en las minas y contra el aumento de impuestos resultante, sobre todo, de las llamadas reformas borbónicas (de Carlos III de la dinastía Borbón) que causaban deuda, dependencia y sumisión de los trabajadores criollos e indígenas. Sin embargo, las autoridades coloniales rechazaron cualquier iniciativa que pudiera aliviar la situación.

En este escenario, José Gabriel Condorcanqui Noguera y su esposa Micaela Bastidas Puyucahua movilizaron y organizaron a miles de insurgentes, la mayoría de ellos indígenas, iniciando una gran revuelta en 1780 contra las fuerzas coloniales españolas. Ese mismo año, el líder indígena se autodenominaría Tupác Amarú II, en referencia al último emperador inca del mismo nombre, quien fue ejecutado por los españoles en 1572 en Cuzco, en los primeros períodos de la colonización.

Micaela Bastidas, a su vez, comandó las tropas en varias oportunidades, movilizó a los pueblos indígenas, mestizos, criollos y afroperuanos para luchar por la independencia peruana contra los españoles, trazó estrategias para el movimiento de los revolucionarios, gestionó víveres y armas y administró las tierras liberadas por la revolución. Bastidas es mencionado a menudo como un mejor estratega, más atrevido y radical en comparación con Tupàc Amarú II.

La rebelión, que se desencadenó tras la captura y muerte del Corregidor y Gobernador del distrito de Tinta, Antonio de Arriaga, tenía como objetivo por un lado subvertir las opresiones coloniales intensificadas por las reformas borbónicas y por otro lado restaurar el imperio inca anterior a la conquista, el Tahuantinsuyo.

Tupác Amarú II y Micaela Bastidas reunieron un ejército multiétnico integrado por criollos, mestizos e indígenas y con ellos obtuvieron importantes victorias, entre ellas la de Sangarará, sin embargo no pudieron conquistar el Cuzco y este revés fue decisivo para la derrota del Movimiento, captura, tortura y ejecución de Tupác Amarú II, Micaela Bastidas y los principales jefes en plaza pública.

A Bastidas le cortaron la lengua y la estrangularon. Su hijo mayor, Hipólito, también fue asesinado. Finalmente, a Tupác Amarú II le ataron sus extremidades a cuatro caballos y lo instaron a correr en direcciones opuestas, pero no murió. Luego se ordenó su decapitación y partes de su cuerpo fueron enviadas y exhibidas en otras regiones, como lección para cualquiera que desafiara el poder colonial.

El legado de José Gabriel Condorcanqui, Tupác Amarú II y Micaela Bastidas, sin embargo, se extiende hasta nuestros días como ejemplo de ideales de lucha anticolonial en defensa de nuestra cultura y de los diversos pueblos latinos, inspirando movimientos o partidos de izquierda a favor de la soberanía de países latinoamericanos que han sido víctimas de las políticas imperialistas europeas y estadounidenses durante siglos.

La revuelta indígena en Perú inspiró otras revueltas o revoluciones latinoamericanas. Ejemplos de líderes revolucionarios como Augusto César Sandino (Nicaragua), el Che Guevara y Fidel y Raúl Castro (Cuba) y Emiliano Zapata (México) son vistos como un legado de las luchas de Tupác Amarú II y Micaela Bastidas por una América Latina libre de quienes se atreven a borrar nuestra historia, nuestra memoria.

 

João Arthur Ribeiro Gonçalves Monte Rocha

Pasante en Fábrica de Imagens y colaborador del Pontón de Cultura Pátria Grande.

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