
Ayer celebramos el Día de los Trabajadores y de las Trabajadoras en la calle. Y en este día, 2 de mayo, aún respirando el aire y sintiendo la atmósfera del evento del día anterior aquí en Fortaleza, nosotros de la Fábrica de Imagens y del Pontón de Cultura Pátria Grande de Integración Latino-americana e Territorios de Fronterizos ratificamos nuestro compromiso con la tarea de contribuir a la construcción de una sociedad en la que el producto de todos los procesos de producción y reproducción de la riqueza material y simbólica pueda ser accesible a quienes realmente lo producen y a todos los que necesitan de él para tener una vida digna.
Afirmamos también que no es posible pensar un proceso de integración latinoamericana sin que éste esté estrechamente vinculado a procesos de emancipación humana que apunten a la superación del sistema de explotación, expropiación y opresión que garantiza la acumulación de riqueza para un puñado de personas y familias y genera miseria, guerra, hambre y muerte para la absoluta mayoría de los demás que habitan este planeta que agoniza por ese mismo afán acumulativo.
Considerando que más allá de las formas económicas, jurídicas y coercitivas, es a través de la producción cultural, en tanto producción de subjetividades (de significados, valores e incluso afectos) que este sistema se mantiene ideológicamente frente a toda la realidad material vivida de brutal desigualdad y ausencia de perspectivas concretas, los Movimientos de Cultura Viva o Cultura Viva Comunitaria pueden jugar un papel importante en el esfuerzo de desnaturalizar, historicizar y, por tanto, revelar los mecanismos violentos de la producción capitalista.
Pero esto no es sólo un ejercicio político-teórico. Quizás, sobre todo, a través de lo sensitivo, lo estético, lo artístico, lo poético, las infinitas combinaciones posibles de notas, ritmos, melodías, colores, luces, sombras, recuerdos, performances, en fin, de cuerpos en movimiento. Estos caminos nos afectan, nos enseñan, nos desarman o incluso nos desorientan, pero, sobre todo, nos invitan a observar la realidad con otros lentes y desde otras perspectivas diferentes a las hegemónicas con las que fuimos “entrenados” para observar, interpretar y experimentar el mundo, la vida.
Cultura Viva como Movimiento Político y Cultural puede ser visto como un campo importante para promover la emancipación de hombres y mujeres de este sistema deshumanizador y para contribuir a los procesos de integración, sin caer en la tentación de homogeneizar y pasteurizar las culturas. Sin embargo, es necesario que la dimensión estético-política anticapitalista se haga carne en este organismo como condición previa para que podamos empezar a hablar con un mínimo de seriedad de la construcción del bien común.
Las perspectivas territoriales, el tema de las identidades y la noción de comunidad son necesarios e importantes para la integración latinoamericana, pero todo ello es una construcción que puede ser operacionalizada, gestionada, vilipendiada, despotenciada, descaracterizada, recaracterizada por el sistema para dividirnos y controlarnos mejor. Todos estos elementos, o conceptos, son práctico-discursivos y su forma y contenido dependerán de los dichos y no dichos hegemónicos construidos sobre estos temas y de su capacidad de difundirse e influir en la realidad, tal como se experimenta material y simbólicamente en los territorios y comunidades. Ninguna de estas nociones, por tanto, tendrá un carácter efectivamente emancipador, a menos que esté claro que sin cambiar las estructuras y mecanismos que mantienen el sistema de clases, los trabajadores y los patrones seguirán existiendo y con ellos el ciclo de explotación-acumulación.
También es necesario e imprescindible estar atentos e incidir en las dimensiones, o estructuras, que organizan, jerarquizan y dan sentido “legítimo” a las desigualdades de género, sexualidad, raza, discapacidad, entre otras. ¡Nuestros problemas no se resolvieron sólo con la economía! Sin embargo, una vez más, tratar estas dimensiones estructurales de la vida en sociedad desconectándolas del modo en que el capitalismo se produce y se reproduce a sí mismo es un tremendo error, a menos que el deseo del activista o del Movimiento no sean de hecho cambios estructurales, sino sólo arreglos para contribuir a la administración, a la gestión del caos, inherente al orden del capital. En otras palabras, las luchas anticapitalistas, anticoloniales-antirracistas, antipatriarcales, anticapacitistas y antiantropocéntricas no son luchas aisladas y si las enfrentamos sin la perspectiva de totalidad, esto solo refuerza el sistema.
La lucha de los trabajadores, del campo y de la ciudad, de todas las razas, géneros y sexualidades, quienes con sus brazos y sus afectos se esfuerzan por construir un mundo bueno para vivir es, y será siempre, colectiva.
La máxima de Marx, por tanto, sigue siendo actual, necesaria e ineludible: “Proletarios del mundo, uníos”.
Christiane Ribeiro Gonçalves y Marcos Rocha
Coordinadores Pontón de Cultura Pátria Grande y la Fábrica de Imagens
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